Volver de la locura

Si algo perjudica a los enfermos mentales es la mirada discriminatoria de los otros. Sin embargo, es posible salir del círculo que, una y otra vez, reafirma la enfermedad En el imaginario social hay una fuerte tendencia a pensar que la enfermedad mental no se cura y que es para toda la vida. En la historia de la humanidad ha habido períodos en que la locura traía un mensaje de los dioses, otros en que se la asimilaba a los vicios capitales de la Iglesia, y en los pueblos primitivos los ?locos? no eran discriminados como en la sociedad actual. Lo que es evidente es que es muy difícil ?volver? de la locura, y aparentemente no se sabe por qué.
Porque una vez que la persona se ?constituye? como ?loco?, la misma sociedad no la deja volver fácilmente a ser considerada una persona normal. Después de muchos años de trabajar en el campo de la salud mental y la psiquiatría, hemos descubierto que una de las cosas que hace más daño a los enfermos mentales es ?sentirse mirados como enfermos?, y esto en particular por la misma familia porque significa, en profundidad, ser percibidos como ?locos?, aun con las mejores intenciones de ayudarlos a que se curen.
Los tratamientos de los enfermos mentales graves tienen todos la característica de necesitar ser una especie de ?operación rescate?. El psicoanálisis, por su propio método, le permitió al psicoanalista comprender lo que le pasa a un paciente grave, pero no le facilita a este último recorrer el camino de la curación. Entre otras cosas porque, siendo un tratamiento individual, no contempla suficientemente que el paciente mental grave necesita que la familia participe positivamente en su recuperación. En particular, que pueda dejar de ?mirarlo como loco? y pueda comenzar a ver su virtualidad sana. Porque lo que llamamos ?el paciente mental grave? es una persona vulnerable y dependiente, que está siendo agravada cotidianamente por los mismos familiares, que ?con la mejor intención? intentan ayudarlo de maneras que a él no le sirven, porque no pueden ?adivinar? lo que él verdaderamente necesita. Por estas consideraciones, la ?operación rescate? se puede realizar mejor en el contexto de grupos grandes, que nosotros llamamos de Grupos de Psicoanálisis Multifamiliar.
Es necesario respetar la locura del paciente; es decir, que cada uno pueda hablar todo lo que necesita para poder sentirse escuchado, de manera que ese sentirse escuchado comience a permitirle rescatar la vivencia de ser respetado y, entonces, de poder contar realmente con alguien, tal vez por primera vez en su vida. Los enfermos mentales pueden necesitar medicación específica, que son los llamados psicofármacos, no para ?curarlos?, sino para poder abordarlos terapéuticamente. Se ha avanzado enormemente en el conocimiento del funcionamiento del sistema nervioso central, en su relación con la mente. Esto ha llevado a un constante avance en la generación de sustancias que calman la angustia, regulan los neurotransmisores, controlan la violencia, etc.
Pero la única forma de alcanzar altos niveles de curación es el desarrollo de recursos psicológicos nuevos para poder afrontar los avatares de la vida en todos los aspectos. En nuestra forma de trabajar apuntamos a que, a medida que el paciente va mejorando, se le vaya disminuyendo la medicación; en muchos casos, de manera total. Desde las neurociencias se pretende haber demostrado últimamente que patologías tales como la esquizofrenia, el trastorno bipolar y otras tienen una base biológica y cierta predisposición genética. A pesar de estas ?determinaciones?, nuestra experiencia clínica, a través de evidencias recogidas durante más de 40 años, nos demuestra que, si se dan las condiciones necesarias, el paciente mental grave recupera una calidad de vida, mejor todavía que la de antes de enfermarse, y herramientas para la vida, por ejemplo, para poder defenderse del poder patógeno que lo llevó a enfermarse a través de un sometimiento.
A los Grupos de Psicoanálisis Multifamiliar asisten hasta 100 pacientes: algunos con sus familias, algunos solos, algunos con patologías graves, otros no tan graves. La heterogeneidad del grupo es un aspecto enriquecedor necesario, en el sentido de que todos los seres humanos, tanto psicóticos como neuróticos, tenemos una virtualidad sana que de alguna manera no hemos desarrollado.
Por María Elisa Mitre

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