Quién es un ser espiritual?

Un ser espiritual, seria aquella persona en la que las cosas del espíritu ocupan un lugar importante.
Pero veamos ¿Cuáles son las cosas del espíritu?
Todos sabemos que lo espiritual no se puede tocar, está en el ser, como el gas en la soda, se manifiesta en acciones externas y en pensamientos y emociones, una comprensión de este intangible, se manifestará de diferentes maneras. ¿Podemos reconocer las manifestaciones de lo espiritual?
Siento que casi todos los seres humanos estamos dotados de una percepción intuitiva que nos permite darnos cuenta no sólo en las manifestaciones más evidentes, como aquella de dar limosna, pero cuando sea visto, o de pretender ser una buena persona, que habla con tono suave y pretendiendo tener una emoción que pudiera estar totalmente ausente. Así, quien pretende ser un ser espiritual, pero que maltrata a sus empleados y animales,— creo que la falta de respeto por cualquier persona o animal es una evidencia clara de que lo espiritual no es real. Lo llamamos el espíritu de ciclista que pedalea, o patea abajo y caravanea arriba.
Lo espiritual pues no depende de los actos que uno realice a los ojos de la gente, dependerá de las emociones que habiten en tu corazón.
Un ser espiritual empieza a reconocer lo sagrado de la vida en todas sus manifestaciones y no tiene nada que ver con dogmas o cumplimiento de formatos externos.
Si la vida fuera el resultado del accidente fortuito, no podría ser sagrada, sin importar cuanto esfuerzo se hiciera por convertirla en sagrada, pero resulta que estudiando las posibilidades de crear vida tan sencilla como la de una bacteria, digamos la E.coli, que se sabe esta constituida por carbón, hidrogeno, nitrógeno, oxigeno, fósforo y azufre, en las proporciones exactas, la combinación de estos elementos se coloca en un envase, digamos unos diez mil millones de veces, colocas los contenedores con tu mezcla en agua a 300o C, las posibilidades de crear la vida son matemáticamente nulas, aun aumentando el numero de contenedores y dejándoles ahí por millones de años, son absolutamente nulas, y empezamos considerando que ya están los elementos, que preferimos ni preguntarnos de donde vinieron, (Han visto como de las explosiones lo que se obtiene es destrucción, se nos dice que todo empezó con la gran explosión —big bang).
Si la vida no puede ser creada, un ser interesado en la verdad, —que es una de las características de un ser espiritual—no podrá menos que sentir admiración por el acontecimiento.
No somos capaces de crear vida en su manifestación más elemental, así que la consideración de un ser tan complejo como es el ser humano, en el que existe la posibilidad de conciencia, y lo digo de esta manera porque en verdad es sólo una posibilidad, con frecuencia no aprovechada, por que la conciencia de nuestra vida no es un acontecer mecánico o fortuito.
Un ser espiritual, se da cuenta del milagro de la vida y su capacidad de saborear los acontecimientos que la conforman, lo convierten en un ser en el que el agradecimiento, por la vida y sus atributos hacen su aparición y si son adecuadamente atendidos,— de la manera que una madre atiende a su bebe—podrán desarrollarse.
Así un ser espiritual no es jerarca de iglesia alguna, ni predicador —de esos que brincan y gritan, tan de moda entre la gente de América del Norte,—por aquí se le ve de vez en cuando— de esos que en vez de crecer en el espíritu crecen en su capacidad de entretenerse, otra manera de no tomar contacto con la vida —que no tiene nada que ofrecerles—, es llenar crucigramas, ver televisión, o cualquier cosa menos estar solos con ellos mismos, por que ahí, no hay nada para ellos. Otro de los distractores mayores es el de la búsqueda de tener más, el camino de lo externo, que parece que te aleja cada vez más de la posibilidad de una relación intima contigo mismo, que es una de las señales de un ser espiritual, los seres espirituales se interesan en lo que están siendo.
Esa relación intima con uno mismo puede estar acompañada de acción, de la acción desempeñada en tu labor cotidiana, no es necesario ser un profesional del espíritu, este está en todos y darnos cuenta de ello es probablemente la labor que le acerca a uno a esa verdad grande que incluye la vida y sus más sublimes manifestaciones, darse cuenta de lo que nos rodea, ojala que uno se pueda rodear, aunque sólo sea de vez en cuando, de árboles, plantas, animales, en otras palabras de naturaleza, ahí esta la vida, que al ser observada sin prejuicios de ningún tipo puede ser vista con los ojos del alma, con esto quiero decir vista y sentida—palpada— y olida, sin la interferencia de nuestra mente pensante que se autoerige como traductor de la realidad y nos disminuye la realidad, nos la traduce a palabras, a conceptos, su traducción nunca logra la calidad de la manifestación original, porque si la vida no es el resultado del accidente y a esos compuestos químicos hubo de agregárseles el tipo de energía que los convirtió en un ente viviente, nuestra mejor función es darnos cuenta, la energía que nos dio vida puede ser intuida, cuando en vez de darnos cuenta, nos queremos apoderar del dato,—dato (resultado de la especulación a veces inteligente, aun así siendo inteligente no deja de ser torpe) esto se convierte en un tipo de conocimiento que no tendrá nunca la calidad que se necesita para contactar con la emoción que permite la apreciación sincera y completa de la vida.
El darse cuenta de que la vida es sagrada y que todas sus manifestaciones también lo son, le da a la vida la calidad de espiritual, no los datos que vayas acumulando de rollos—piezas de información científica (física) o esotérica (metafísica) — que lo único que hacen es alejarte de esa relación intima con la vida que tenemos primero que nada en nosotros mismos.
Así, aunque estuvieses enfermo estarás sano —en tu ser—, y al revés, sino tienes contacto con la chispa de lo espiritual aunque estés sano del cuerpo estarás enfermo, por que la sanidad completa incluye la sanidad del alma, esa que te permite ser un ser humano, que aunque sea un poco, le sabe corresponder al regalo que hemos recibido los que escribimos o leemos esto.

Antonio Gómez Yepes

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