Ser como un río que fluye

Un río nunca pasa dos veces por el mismo lugar”.
“La vida es como un río” dice otro filósofo y llegamos a la conclusión de que esta es la metáfora más aproximada al sentido de la vida. En consecuencia será bueno recordarlo....
  • Siempre estamos ante la primera vez. Al recorrer el camino que va desde nuestro manantial (o nacimiento) a nuestro destino (muerte), los paisajes son siempre nuevos y deberiamos encarar todas esas sorpresa sin miedos porque de nada sirve temer lo que no se puede evitar. Un río no deja nunca de correr.
  • En un valle nos movemos más seguros, todo a nuestro alrededor es más fácil... las aguas estan calmas.
  • Las márgenes de un rio son siempre fértiles. La vegetación nace donde existe agua. El que entra en contacto con nosotros entiende que estamos allí para dar de beber a quien tiene sed.
  • Hay que atravesar las piedras, el agua es más fuerte que el granito pero necesita tiempo para atravesarlas y no dejarse dominar por los obstáculos. Lo mejor es buscar dónde se encuentra una salida y seguir adelante.
  • Las depresiones de la tierra al llenarse de agua, necesitan de paciencia. Si el río entra en un hoyo y deja de correr, la manera de salir es esperar a que se llene y forme un lago que contemplar con alegría.
  • Somos únicos. Nacemos en un lugar destinado a nosotros. Comenzamos nuestro curso de vida de forma suave, frágil, y como respetamos el misterio del manantial que nos engendró y confiamos en su Eterna sabiduría para convertirnos en rios, poco a poco ganaremos todo lo necesario para diseñar nuestro camino.
  • Nacemos únicos, y prontamente nos iremos encaminando al encuentro de otros manantiales, rios, afluentes de agua que nos hara fuertes y poderosos. Y como dice la Biblia “todos los ríos van al mar.”

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