Motivar al niño en sus estudios

“No es grande el que triunfa, sino el que jamás se desalienta” (J.L.
Martín Descalzo)
El éxito se prepara. Es convicción general entre los educadores que los éxitos académicos no dependen tanto de la inteligencia del alumno cuanto del grado de motivación con que sea capaz de afrontar sus tareas.La psicología actual pone de relieve la importancia que en la vida de una persona tienen los “motivos de logro”, a saber, todos aquellos factores que alimentan su “afán de triunfo”. Este tipo de motivación tiene su origen en los primeros años de vida del niño, y depende en gran medida de la educación recibida en el hogar.
La fuerza motivacional de una persona depende básicamente de la interacción de dos actitudes: “la expectativa de éxito” y “el temor al fracaso”. Estas actitudes dan lugar a dos tipos de personas: las que se mueven por el afán de triunfar y las que lo hacen por miedo a fracasar.Estrategias para el éxito escolar:
1. Confianza en sí mismo: Si queremos ser dueños de nuestro destino, podemos decidir con nuestras actitudes el curso de nuestra vida. Para lo cual, nada mejor que sembrar la confianza y la autoestima, alentando en el niño la convicción de que, si quiere conseguir algo, tiene capacidad para ello.
2. Afrontar la dificultad: Hacerle consciente de que de nada sirve lamentarse de los obstáculos, si no está dispuesto a superarlos. “No pidas a Dios que te libre de los peligros; pídele fuerzas para que te ayude a superarlos” – aconsejaba un anciano sacerdote al Presidente Kennedy.
3. Apertura a los problemas de los demás: Además de inteligencia y voluntad, hace falta una sensibilidad social que haga comprender al muchacho cómo sus propios problemas pueden ser problemas de todos.
Se encontraba un día Diógenes el Cínico en la esquina de una plaza riéndose a mandíbula batiente, hasta tal punto que provocó la pregunta de un conciudadano: -“¿Por qué te ríes de esa manera?” - ¿Ves – contestó- esa piedra en medio de la calle? Pues, desde que llegué aquí por la mañana, ya son diez las personas que han tropezado en ella, echando toda suerte de maldiciones; pero a ninguno se le ha ocurrido retirarla para que no tropezaran otros”.
4. Aprender a escuchar: Los padres lo pueden enseñar al niño insistiéndole en que preste atención tanto a lo que se le dice como a lo que él mismo dice.
5. Perseverancia en la acción: Muchos fracasan en los estudios por falta de constancia y de voluntad. Hay que exigir al niño que acabe las tareas comenzadas y no dejarlas a medio terminar, por difíciles que le resulten. Aún más, es necesario que aprenda de sus errores. “Vamos aprendiendo mediante tanteos y errores” – dice la psicología actual.
6. Pensar antes de actuar: El saber lo que se quiere y tener las normas claras facilita la consecución de los objetivos. Esta forma de actuar favorece el dominio sobre las propias emociones, y es fácil de conseguir cuando en el entorno familiar reina el orden y se concede importancia a la participación del niño en las tareas familiares.
Recordemos para acabar esta sentencia de Emerson:
“La confianza en sí mismo es el primer secreto
del éxito”.

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