Aprender a amar

Cómo mejorar la vida desde el pensamiento positivo.
Vivimos marcados por la sociedad del 'exitismo', nadie es nada si no aparece en televisión, viaja en un coche caro o tiene la cuenta llena de dígitos.
Lamentablemente, vamos a cara de perro y, muchas veces nos olvidamos de esas minucias que sirven de alimento a nuestro corazón.
Las cotidianeidades que podrán hacer que uno vaya con una sonrisa por delante.
Es curioso, pero a menudo tratamos a las cosas que tenemos a mano como si fueran aire, un bien gratuito, al que no damos importancia.
Pero, ¿alguna vez se nos ha pasado por la cabeza que sin oxígeno no somos nada?
La ducha, el desayuno, el trabajo, la relación con la familia y la pareja, cualquiera de estas acciones, por ordinaria que nos parezca, son las que a la larga conforman nuestra vida y más vale llevarlas bien, porque de lo contrario todo sería un infierno doméstico.
El camino hacia el amor, hacia una vida plena, requiere un aprendizaje y el trecho puede ser muy largo, pero como decía Lao Tse, un viaje de mil millas debe empezar con un paso.
Y ese primer peldaño agregamos nosotros - no es más que la actitud que tomes contigo mismo y con todo aquello que te rodea directamente.
Si estás dispuesto a ser un buen amante de la vida, comienza por preguntarte qué es amor para ti y cuántas veces has amado de verdad:
¿A qué? ¿A quién? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Dónde?
Haz un retrato honesto de tu corazón, porque una vez que sepas dónde te encuentras, te será más fácil marcarte el rumbo hacia el mundo de los sentimientos.

1 DESPERTAR LOS SENTIDOS
Si tenemos hambre, nuestros sentidos buscan comida. Sentimos miedo, no es ponernos alerta de presuntas amenazas. Los sentimientos son nuestra parte más primitiva y vital, pues sin ellos estaríamos desprotegidos.
Si los despertamos intencionadamente y damos un enfoque selectivo de sus percepciones, nos estaremos acercando a la sensibilidad, esa conciencia aguda que repara en los detalles más pequeños. Y de ahí al sentimiento sólo hay un paso.
Toca, mira, escucha, huele, saborea a toda consciencia como si fuera un regalo para ti.
Si contemplas una nube, siente que es una nube especialmente dirigida para que la disfrutes.
Si tienes un animal y le pasas la mano por el lomo, no pienses que lo estás acariciando, siente que el te está brindando su cuerpo a tus mimos.
Te das cuenta, lo que te rodea es un acto de amor, entonces, ¿por qué no amas?

2 LAS EXIGENCIAS Y LAS CONDICIONES
El amor no es un cambalache de ofertas, y mucho menos una inspección de calidad. Escribía Ralph Waldorf Emerson que todo lo que ha hecho Dios tiene alguna grieta, y la verdad es que lo afirmaba con razón.
No se puede ir con lupa buscando el camino del corazón, porque, evidentemente, lo encontraremos bacheado y poco transitable, es decir lleno de incomodidades y no demasiado apetecible.
Poner condiciones de antemano, marcar listones, puede resultar tan estéril como fijarse expectativas. Las cifras, los márgenes de tiempo o cualquier unidad de medida, devaluarán nuestros sentimientos y acabarán por desilusionarnos por completo.
Las idealizaciones sólo sirven para poner techo y limitar; verbo, este último, que no acaba de casar con el arma, ya que el amor verdadero no admite mediciones, pues desde su primer instante cobra una dimensión plena para siempre.

3 LOS MALOS HÁBITOS
Muchas veces tenemos al enemigo en casa, y somos nosotros mismos los que, de una manera involuntaria, bloqueamos el fluido del amor. Nuestros malos hábitos, que en definitiva son como malas posturas de espalda que adquirimos con el tiempo, funcionan como la columna vertebral que rige nuestra relación con la vida.
Es muy fácil estar siempre a la defensiva y tener el no preparado en la boca. Pero esta postura negativista a lo único que nos llevará es a una pasividad con cara de pocos amigos.
Estar abierto ante las cosas supone un reto que hay que afrontar, por eso sólo los valientes de espíritu son los que avanzan en el camino del amor.
Acepta el desafío, no te cierres, no le des la espalda, cambia tus malos hábitos y dile si a la vida.

4 AMOR PROPIO Y AJENO
Muy pocos, creyentes o no, reniegan de las máximas de Cristo. A todos nos parecen sensatas, pero a la hora de la verdad es como si nos entrasen por un oído y nos saliesen por otro. ¿Qué me decís del 'Amarás al prójimo como a ti mismo'? ¿Bonita, verdad? ¿Pero quién lo lleva a la práctica?
Somos egoístas y especuladores con nuestros propios sentimientos.
A menudo saboteamos nuestros proyectos, menospreciamos nuestras acciones y, casi por norma general, nadie está contento con lo que es y tiene.
Con este panorama, no es de extrañar que a menos mal, es decir con la misma calidad que nos amemos a nosotros mismos.
Es matemática pura: para dar hay que tener. Por eso lo primero que debemos hacer es empezar a amar la vida desde nuestra propia piel; sentir orgullo de lo que somos, valorar lo que tenemos y respetarnos. El amor hacia los demás, en toda su dimensión, vendrá solo.

5 EN LOS TIEMPOS DE CÓLERA
A veces la crisis se instala en nuestro corazón y no sabemos cómo quitárnosla de encima. Es duro, pero parece que inevitablemente la única manera de aprender es caerse y volver a levantarse. El problema radica en que en la mayoría de las ocasiones hacemos leña de nuestro propio árbol caído y comenzamos a interpretar el papel de víctimas de manera sobreactuada.
Bajemos del escenario y contemplemos lo que nos sucede desde el patio de butacas, dejemos de actuar y convirtámonos en observadores y luego en guionistas. No te empeñes en escribir grandes tragedias, eso ya lo hizo Shakespeare. Intenta buscar salidas positivas, sin malgastar tu energía en el torbellino crítico, y levanta el telón dispuesto a realizar tu mejor papel. Verás que después de crecer y desarrollarte durante la tempestad, convertirás tu crisis en triunfo.

6 GRACIAS A LA VIDA
A menudo le echamos la culpa de todo, pero sin ella no somos nada. No es una adivinanza, es la vida.
Hay quien se la toma como una carrera y mueve todos sus resortes vitales en conseguir y poseer. Sin embargo, la vida, aunque es camino, poco tiene que ver con un circuito. Más bien es un viaje desde el nacimiento hasta la muerte, y en él las personas disfrutan o se amargan, pero en ninguno de los casos se llevan los trofeos.
Por eso mismo, como nadie nos espera en la meta con medallas, tenemos que poner nuestros sentidos en apreciar lo que tenemos a mano, dando gracias de una manera humilde, pero al mismo tiempo gozando intensamente. Así es la vida, un regalo, el único patrimonio que nos acompaña hasta el final de nuestros días. No lo malgastemos.

Fuente: "El libro del Amor"por el Dr. Frank Andrews.

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