La Esperanza

por Dra. Elba Garber

El mundo occidental ha entrado en el tercer milenio y debemos empezar a darnos cuenta que hay muchas señales de inteligencia. Debemos empezar a introducir la idea de que la esperanza es una fuerza y que no se trata de sentarse a esperar lo que nos ocurrirá, sino que se trata de un acto creativo.

¿Cómo es la esperanza? Estamos viviendo, y mientras lo hacemos la experimentamos. Mientras puedo crear y vivir mi mundo, actúo, no necesito nada más, ni hablar de esperanza ni de desesperanza. Quizás nuestra civilización occidental ha sido sometida a una innecesaria inquisición de desgracia, mala suerte, tristeza, abandono. Todo esto existe desde luego, pero en la vida también hay otra parte.
La esperanza existe pero no tiene dónde manifestarse. No hay una receta universal para que deje de sonar como algo abstracto. Somos seres muy complejos y cada uno de nosotros carga con un set de condiciones que vienen del pasado, de la experiencia, etc. Esto hace una plataforma individual desde la cual puedo empezar a construir lo que quiero. En nosotros está la oportunidad de reconstruir nuestra actitud básica. Todos tenemos la oportunidad de decidir que no queremos seguir con lo que estamos haciendo; tomar en nuestras manos la esperanza y con nuestro libre albedrío renunciar a lo que nos proponen y crear una vida feliz para nosotros y gozarla.

Esto es esencialmente la esperanza: actuar en la búsqueda de nuestra autenticidad, recuperar lo que hemos tenido siempre. Muchos de los pueblos primitivos viven más felices que los pueblos civilizados; ellos no buscan la felicidad como nosotros, sino la autenticidad, y esto los lleva a la plenitud. La diferencia entre ambas es que la felicidad es sólo un poco, un extremo, mientras que la plenitud abarca todo: alegría, dolor, felicidad y tristeza.
Todos tenemos una riqueza interior maravillosa que sólo se aprecia cuando nuestro ego desaparece. Debajo de esa personalidad existe una extraordinaria riqueza humana y la esperanza consiste en actuar para extraerla; el camino hacia el resurgimiento de la esperanza pasa por admitir que somos parte de la naturaleza y que ella es parte nuestra. Cada uno de nosotros empieza a vivir el día que descubre y acepta que está relacionado con todo lo demás que existe.
El día que no me separe una frontera de mi vecino, quizás descubramos que somos todos ciudadanos de la Tierra y que tenemos la responsabilidad de cuidarla, y que eso empieza por cuidarse a uno mismo.
Debemos darle a la esperanza el derecho a existir; la esperanza engendra esperanza.

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