Razón y fe en el arte de curar

"Como lo señala Juan en su Evangelio (cap. XIV vers. 12), Jesús dijo claramente a sus discípulos, a Felipe en particular, que con el estado espiritual necesario, no existe ningún obstáculo a las realizaciones más difíciles: “En verdad, en verdad, yo os digo: aquel que cree en mí, hará también las obras que yo hago y aún las hará más grandes...”

¿Y acaso Filón no dijo?: “Cuando las fuerzas humanas nos faltan, sale, como un relámpago: el socorro de Dios”.

El Deuteronomio anuncia también como primera Ley: “Tú amarás lo Eterno, tu Dios, de toda tu Alma, de todo tu corazón y de toda tu fuerza” (VI-5) (ver también Deut: X-12). El Nuevo Testamento repite esta orden de Israel (Mateo XXII-37; Marcos XII-30; Lucas X-27) que podemos por otra parte encontrar en las Escrituras de diferentes culturas (Vedas, Corán etc.)

No se trata, evidentemente, de una simple “creencia” sino de una moral elevada capaz de colocar al ser en contacto con los Planos Superiores. Ser “hombre de bien” es una cualidad individual que no se adquiere con la ayuda del conocimiento y es por eso que los Místicos han negado a menudo la instrucción y el estudio. Los maestros, los libros y las escuelas podrán ser desterrados el día en que el hombre llegue a separarse completamente de la Sociedad y alcanzar a identificarse a otras esferas, en las cuales el Saber se adquiere por una Realización supra-normal. El vehículo que sirve de “ligadura” para traer a la inteligencia una visión de las ideas que se encuentran en la gran reserva cósmica, no es un atributo cerebral o una función del espíritu “razonado”, sino una cualidad que es debida al estado especial en el cual el ser ha podido colocarse. "

Serge Raynaud de la ferreiere

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