Los tiempos internos

Hoy mis reflexiones tratan sobre los tiempos internos.

Hay un tiempo para todo.

Tiempo de pensar, de meditar y tiempo de actuar, de emprender.

Tiempo de sembrar y de cosechar, según reza la Biblia.

En cada aspecto de nuestra vida tenemos que tener la inteligencia emocional, de darnos cuenta cual es nuestro tiempo interno.

Para ello es imprescindible estar conectados con nuestro Ser interior, ese sabio que nos conduce por el camino que más nos conviene en cada momento.

En lo personal, soy principalmente activo, ejecutivo, una de las cosas que más me cuesta es parar y no hacer nada.

Cuando tengo un tema entre manos, ya sea un problema, un proyecto, un deseo, quiero hacer algo al respecto, avanzar, encontrar una solución, dar un paso significativo.

La vida me demostró en varias ocasiones que lo único que debía hacer era precisamente nada.

Retirarme, dejar que los acontecimientos fluyan solos, se acomoden, que decanten. Que no era tiempo de actuar.

Cuando no he sabido aquietarme, el Universo se ocupó de frenarme.

Mi cuerpo se enfermó y debí hacer reposo, o bien surgió una circunstancia que necesitaba toda mi atención y dedicación, por lo que ese tema pasó a segundo plano, quedó en stand by.

Para mi sorpresa ese impasse obligatorio, resultó lo mejor que podía haber acontecido. Las cosas sucedieron de manera fluida, y el resultado fue el mejor para mi y para todos los involucrados.

Conozco otras personas para quienes el desafío personal es actuar.

Su fuerte es la reflexión y ahí se quedan eternamente, porque siempre hay algún aspecto nuevo a considerar.

O bien porque surge otra alternativa y nunca se deciden por una acción determinada.

O bien por simple comodidad.

Y también en estos casos el Universo se encarga de ponerlos en acción, surgen imprevistos que los sacuden de tal forman que deben salir al ruedo a como de lugar.

Ambas posturas son poco saludables.

Ambas son manejadas por el ego, que se rige por códigos diferentes.

El ego es el que se engancha con miedos, incertidumbres, inquietudes, indecisiones.

A veces estamos tan ocupados actuando, que la oportunidad esta frente a nosotros y seguimos de largo sin detenernos.

Otras estamos tan reflexivos e indecisos, que la oportunidad pasa a nuestro lado y la dejamos escapar.

La naturaleza nos enseña a respetar los ritmos, primavera, verano, otoño e invierno. Cada estación nos brinda la posibilidad de algo diferente; cada una tiene su objetivo perfectamente establecido.

Necesitamos la vitalidad del verano y la pasividad del invierno, el renacer de la primavera y la sensibilidad del otoño.

Respetar los ritmos, los propios tiempos internos, sin forzarnos a avanzar cuando no lo sentimos así, y sin frenarnos cuando nuestra voz nos dice adelante; es un gran aprendizaje.

En tu interior siempre están las respuestas.

Eduquemos nuestro ego, aprendiendo a escuchar a nuestro sabio interior, permitiendo que él nos guíe.

Evitemos la tendencia de nuestro querido ego, a movernos en lo conocido y acostumbrado.

El resultado siempre es incierto, nunca tendremos la seguridad absoluta de lo que puede ocurrir, ya sea que actuemos o dejemos de hacerlo. Nunca tendremos el resultado garantizado.

Animémonos a seguir la voz de nuestro corazón, que tiene la certeza de que todo lo que sucede es lo que necesitamos en ese momento.

Dale tiempo al tiempo y el tiempo te enseñará muchas cosas.

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