El arte de meditar

Es complicado amar a la gente real, porque una persona real no va a cumplir tus expectativas. No es su deber. Nadie está aquí para cumplir las expectativas de otra persona, tiene que vivir su propia vida. Y cuando hace algo que va contra ti o no se ajusta a tus sentimientos, a tus emociones, a tu ser, se complica.

Es muy fácil pensar en el amor, pero es muy difícil amar. Es muy fácil amar a todo el mundo. La verdadera dificultad es amar a un solo ser humano. Es muy fácil amar a Dios o a la humanidad. El verdadero problema surge cuando conoces a una persona concreta, chocas con ella. Chocar con ella es ir a través de un gran cambio, y es un gran desafío.

No va a ser tu esclavo y tú tampoco vas a ser su esclavo. Ahí es donde surge el verdadero problema. Si tú vas a ser esclavo o el otro va a ser esclavo, entonces no pasa nada. El problema surge porque nadie quiere hacer de esclavo, y nadie puede ser un esclavo. Todo el mundo tiene libre albedrío... el ser consiste en libertad. El hombre es libertad.

Recuerda, es un problema real, no tiene nada que ver contigo personalmente. Este problema tiene que ver con el fenómeno del amor. No lo conviertas en un problema personal, si no, te meterás en un lío. Todo el mundo tiene que hacer frente, más o menos, al mismo problema. Nunca me he encontrado con nadie que no tenga dificultades en el amor. Tiene algo que ver con el amor, con el mundo del amor.

La misma relación te lleva a situaciones en las que surgen problemas... y es bueno pasar a través de ellas. En Oriente, al ver las dificultades que entrañaba, las personas se han escapado. Empezaron a negar su amor, a rechazarlo. Se convirtieron en personas sin amor pero lo llamaban falta de apego. Poco a poco, se quedaron mortecinos. El amor casi desapareció de Oriente y sólo quedó la meditación.

Meditación significa que te sientes bien en tu soledad. Meditación significa que sólo estás emparentado contigo mismo. El círculo está completo contigo; no necesitas salirte de él. Por supuesto, el noventa y nueve por ciento de tus problemas se resuelven, pero a un precio muy elevado. Ahora tendrás menos preocupaciones. El hombre oriental tiene menos preocupaciones, menos tensiones... vive casi en su propia cueva interna, protegido, con los ojos tapados. No permite que se mueva la energía. Hace cortocircuito... basta un pequeño movimiento de energía dentro de su ser para que se sienta feliz. Pero esta felicidad está un poco muerta. Su felicidad no es júbilo, no es alegría.

Como mucho, puedes decir que no es infelicidad. Como mucho puedes decir algo negativo, como decir que estás sano porque no estás enfermo. Pero eso no es tener mucha salud. La salud debería ser algo positivo, tener brillo propio, y no sólo ser una ausencia de enfermedad. En ese sentido, incluso un cuerpo muerto está sano, porque no tiene enfermedades.

En Oriente hemos intentado vivir sin amor, renunciar al mundo que significa renunciar al amor , renunciar a la mujer, renunciar al hombre, a todas las oportunidades en las que puede florecer una flor. Los monjes jainistas, los monjes hinduistas, los monjes budistas, no pueden hablar con una mujer si están solos; no pueden tocar a una mujer, ni siquiera pueden verse cara a cara. Cuando una mujer les viene a pedir algo, tienen que bajar la mirada. Tienen que mirarse la punta de la nariz para no ver a la mujer ni por equivocación. Porque, quién sabe, quizá se despierte algo... y en las manos del amor, uno es casi impotente.

No se quedan en casa de la gente, y no se quedan mucho tiempo en el mismo lugar porque es posible que surja el apego, el amor. De modo que se van moviendo, vagando y evitando todo tipo de relaciones. Han alcanzado una cierta cualidad de quietud. Son personas que no se alteran, no les atrae el mundo, pero no son felices, no celebran.

En Occidente ha pasado exactamente lo contrario. La gente ha intentado encontrar la felicidad por medio del amor, y esto ha sido la causa de muchos problemas. Han perdido el contacto consigo mismos. Se han alejado tanto de sí mismos que no saben cómo volver. No saben dónde está el camino, dónde está su casa. Se sienten insignificantes, desamparados, y siguen haciendo esfuerzos de amor con aquella mujer, con aquel hombre: heterosexual, homosexual, autosexual. Lo intentan de todas las maneras pero se sienten vacíos, porque sólo el amor te puede hacer feliz, pero no hay silencio en él. Y cuando hay felicidad no hay silencio; sigue faltando algo.

Cuando eres feliz sin silencio, tu felicidad será como una fiebre, una excitación... mucho ruido y pocas nueces. Ese estado febril creará mucha tensión dentro de ti y no conseguirás nada, sólo correr, perseguir. Y un día te das cuenta de que todo ese esfuerzo no tiene sentido porque estás intentando encontrar al otro, pero todavía no te has encontrado a ti mismo.

Los dos caminos han fracasado. Oriente ha fallado porque intentó la meditación sin amor. Occidente ha fallado porque intentó el amor sin meditación. Mi labor consiste en darte una síntesis, un conjunto, que significa amor más meditación. Uno debería ser capaz de ser feliz solo, y también debería ser capaz de ser feliz con alguien. Uno debería ser feliz dentro de sí mismo, y también debería ser feliz en las relaciones. Uno debería tener una casa bonita por dentro y por fuera. Deberías tener un hermoso jardín rodeando tu casa, y también un bello dormitorio. El jardín no se opone al dormitorio; el dormitorio no se opone al jardín.

La meditación debería ser un refugio interno, un altar interno. Siempre que sientas que el mundo es demasiado para ti, puedes ir a tu altar interno. Puedes darte un baño en tu ser interno. Puedes rejuvenecer. Puedes salir resucitado: de nuevo vivo, joven, renovado... para vivir, para ser. Pero también deberías ser capaz de amar a la gente y hacer frente a los problemas, porque un silencio impotente que no puede hacer frente a los problemas no es un gran silencio, no vale mucho.

Sólo debes anhelar y desear un silencio que pueda hacer frente a los problemas pero siguiendo en silencio.

Me gustaría decirte estas dos cosas: primero empieza a meditar... porque siempre es bueno empezar desde el centro más cercano de tu ser, y es la meditación. Pero no te quedes atascado ahí. La meditación debería transformarse florecer, abrirse y convertirse en amor.

No te preocupes, no lo conviertas en un problema, no lo es. Simplemente es humano, es natural. Todo el mundo tiene miedo, tiene que ser así. Pero la vida funciona de manera que tienes que tener miedo. Las personas que pierden el miedo, no lo pierden porque se vuelvan valientes, ya que una persona valiente sólo está reprimiendo su miedo; en realidad, no es que no tenga miedo. Una persona pierde el miedo cuando acepta sus miedos. No es una cuestión de valentía. Simplemente es analizar los hechos de la vida y darse cuenta de que es natural tener miedo. ¡Uno acepta los miedos!

El problema surge cuando quieres rechazarlos. Te han enseñado unos ideales ególatras: «Sé valiente. » ¡Qué tontería! ¡Bobadas! ¿Cómo puede un hombre inteligente evitar tener miedo? Si eres estúpido no tendrás miedo. El conductor del autobús toca la bocina mientras tú estás en medio de la calle, sin pasar miedo. O te va a embestir un toro y tú estás ahí de pie, sin pasar miedo. Pero ¡eres estúpido! Un hombre inteligente tiene que apartarse del camino.

Si te conviertes en un adicto y empiezas a buscar serpientes en un matorral, entonces tienes un problema. Si no hay nadie en la carretera pero tienes miedo y sales corriendo, entonces tienes un problema; si no, el miedo es algo natural.

Cuando digo que pierdas el miedo, no me refiero a que no habrá temores en la vida. Llegarás a darte cuenta de que el noventa por ciento de los miedos son pura imaginación. El diez por ciento son reales, y tienes que aceptarlos. No convierto a la gente en valientes. Los vuelvo más receptivos, sensibles, atentos, y su atención es suficiente. Se dan cuenta de que sus miedos también pueden servir de peldaños. No te preocupes, ¿de acuerdo?

- Osho -

1 comentarios:

Irene dijo...

Es justamente lo que necesitaba en esta momento.Gracias, una entrada magnífica.

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