Piedras en el camino

El camino de la vida está sembrado de piedras; el caminante tropieza constantemente con ellas y muchas veces se lastima.

Las piedras están ahí, a la vuelta de cada esquina, esperándonos; pero...

¿Qué hay que hacer con ellas?

Hoy, día de campo, amaneció desapacible y lloviendo.

En el viaje se nos estropeó el motor del coche. Los vecinos han puesto una música estridente. Quise decirle la verdad pero se ofendió. El tráfico está atascado y los nervios me descontrolan. Los padres están a punto de separarse.

¿Qué hacer para no ser heridos por tanta agresión?

¿Cómo mantener los nervios en calma en medio, de tantos agentes que nos atacan desde todas partes?

La Regla de Oro es:

Dejar que las cosas sean lo que son.

Deja que llueva, deja que haga calor o haga frío.

Deja que el río se haya salido del cauce madre o que las heladas amenacen las cosechas.

Deja que el vecino sea antipático o que la inflación se haya disparado.

Tu intento de solución acabó en fracaso, no te irrites, ya pasó, déjalo.

Deja que el avión llegue atrasado o que el tráfico esté atascado, son las piedras del camino.

No te resistas, no te enojes con ellas ni las trates a puntapiés, airándote, sólo tú sufres con eso.

Sé delicado con las piedras, acéptalas como son, tus cóleras no las podrán suavizar, al contrario, las harán más hirientes.

No te enojes, sé cariñoso y dulce con ellas, ésta es la única manera de que ellas no te hieran.

Y si no puedes asumirlas, y si no las puedes cargar a hombros con ternura y llevártelas a cuestas, al menos déjalas atrás en el camino como amigas.

Ignacio Larrañaga

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