Meditación, armonía y felicidad




La meditación es estar en armonía, interior y exteriormente. La meditación es estar en armonía. Meditación es ser la armonía.
El ser humano se ha perdido a sí mismo porque ha perdido su armonía. Está en conflicto; tiran de él en distintas direcciones a la vez. No es uno, sino muchos. Ser muchos es estar en un estado no meditativo; no ser muchos, sino simplemente uno, es estar en meditación. Y cuando realmente sólo hay uno, cuando ni siquiera ese uno está ahí...
En Oriente lo hemos llamado el estado de no dualidad, y no el estado de unidad. Hemos tenido que inventar esta expresión –no dualidad- para describir, para indicar que no es dual, eso es todo. Ya no hay dos, también han desaparecido los muchos. Y con ellos también el uno. El “uno” sólo puede existir entre los “muchos”.
El ser humano, por lo general, es una multitud, un gentío. El ser humano no es uno porque carece de integración. Es todo fragmentos, no está junto, no es de una pieza. Meditar es ser de una pieza, y cuando eres de una pieza estás en paz.
Primero hay que alcanzar la armonía interior y luego también podrá lograrse externamente. Primero un ser humano debe convertirse en una armonía, y desde ahí debe empezar a palpitar con la mayor de las armonías de la existencia.
El primer paso en la meditación es no estar en conflicto interno con uno mismo, no permitir que el combate interior continúe: la mente luchando contra el cuerpo, la razón contra el sentimiento, la sensación contra la sexualidad. En el interior tiene lugar un combate continuo, ¿te has dado cuenta? Hay una guerra continua; sin ningún respiro. ¡Así claro que es imposible ser feliz! A menos que esos elementos cambiantes de tu interior te abracen, dejen de luchar, se enamoren uno de otro o se disuelvan entre sí, no hay felicidad posible. La felicidad sólo es una esperanza.
La felicidad es una sombra de la armonía, sigue a la armonía. No hay otra manera de ser feliz. A menos que seas la armonía, ya puedes luchar lo que quieras, que sólo lograrás sentirte cada vez más frustrado y miserable. Al igual que una sombra, la felicidad te sigue cuando eres una totalidad armoniosa.
OSHO ©

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