Nuestros propios errores


A muchos de nosotros nos cuesta admitir que nos hemos equivocado. Esto pasa porque somos ya lo bastante críticos con nosotros mismos como para querer añadir aún más leña al fuego.
En un nivel profundo de nuestro pensamiento, tenemos la sensación de que si logramos convencernos a nosotros mismos y a los demás de que siempre tenemos la razón, podremos evitar ese sentimiento de “ineptitud” que suele aparecer cuando nos equivocamos. Sin embargo, no tienes motivos para sentirte así; por tanto, cuando te equivoques, admítelo.
No estas obligado a tomar siempre la decisión más acertada. La gente no te va a mandar a la luna por el mero hecho de que alguna que otra vez cometas un error.
Equivocarte de vez en cuando no te hace peor persona, del mismo modo que acertar siempre tampoco hará de ti mejor. El hecho de que cometas errores no significa que seas un inútil, sino simplemente que eres un ser humano. Reconocerlos abiertamente es un signo de madurez y una prueba de que gozamos de una saludable autoestima.

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