Una sonrisa alivia nuestro interior

Todos conocemos el hecho de que al interrumpir el circuito del mal humor con una sonrisa, se cura el hígado. Desaparece la bilis. Hoy vamos a recordarlo…
Cuando una persona sufre un desagrado y amarra la cara, como decimos, este gesto, que no es sino un pensamiento  exteriorizado o actuado, tiene una influencia directa con la glándula pineal que es la glándula de la visión psíquica y astral.
De allí baja la amarga vibración por el líquido céfalo-raquídeo en la columna vertebral, luego impregna el hígado, amarga y forma bilis, y esa bilis causa otra vez la expresión de desagrado en la cara, como también el gusto de amargor con que la persona amanece.
Es un círculo vicioso muy fácil de cortar. Todo lo que hay que hacer es sentirse FELIZ. ¿Cómo se hace para sentirse feliz? Es fácil también, si se tiene Voluntad.
Primeramente hay que Sonreír. Obligadamente aunque no se sientan ganas. La primera sonrisa será indudablemente forzada, con las comisuras de los labios apuntando hacía abajo, pero el segundo esfuerzo será mejor.
Ahora hay que comenzar a dar las gracias en alta voz por todo lo que uno ve que posee. Desde un fósforo, la ropa, los muebles, los familiares, el sol si está brillando, la lluvia si está cayendo.
Reflexión; todo, absolutamente todo, representa un bien en un momento apropiado y nos haría falta en un momento dado, si no lo tuviéramos, de manera que, pensado en esto, nos dan deseos de dar gracias, de agradecerlo a Dios y al Universo.  
¡Ya está! Estamos pensando en DIOS, sentimos gratitud, y esta combinación dulcifica el hígado. Se corta el circuito vicioso y se cura el mal humor. Si todos siguiéramos está práctica, jamás se nos perturbaría ni el hígado ni La vida.

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